… sacudió la tierra.
Despertó todas las almas que aún dormitaban en El Pueblo Eterno. Se hizo sentir como el pulso del corazón de nuestra casa, enorme casa, se quejaba como premonición de algo que ya lleva pasando.
Primero, nuestro Dedo que apuntaba su camino hacia el cielo cae en medio del Delta, antes de eso, la tierra quedó impregnada por El Trauma, ahora, tiemblan sus montañas.
La primera gran herida tardó en sanarse, ahora, tiemblan aún sus estertores.
De ese grito, hace unos días, nació una criatura, del dolor de parir de la tierra en el pueblo de ésta isla. Nació dando gritos. Normal, no podía ver nada, estaba ciega pero nació con unos pulmones que permitían que todo se escuchase hasta lo más lejos hasta los países más distantes y las galaxias más lejanas.
La tierra tembló para parir nuevas conciencias y ser el epejo natural con el que se mirasen las estrellas.
Ahora tengo los ojos cerrados mientras escribo, así me conecto con lo que hace unos miles de años pasó, con su eco tremendo de temblor de hace sólo unos días.
Veo a la criatura nacer llena de luces cósmicas y desnudos universales.
El Pueblo Eterno se sobrecoge, sabe que ha parido a la criatura.
Comienza su crecimiento… Su madre diabólica amamanta a la criatura y la impregna de la energía eterna con la que ha sobrevivido y vampiriza las suelas de los pies de los más descalzos, desnudos y débiles.
La Gran Crisis empieza a fraguar, desde hace miles estrellas hasta esta parte sólo recordamos los que estuvimos allí viviendo hace ya un pentagrama.
Vuelvo a cerrar los ojos, coloco los dedos en el teclado, escribo más rápido que nunca, la energía del cielo entra por el chakra del cráneo y vuelvo a ver a la criatura.
Su madre, demonia, de color rojo y grandes cuernos da de beber a la niña, a su hija, a su trauma.
Su padre está perdido haciendo temblar el planeta de nuevo.
Agaete se estremece, sabe de una Gran Ola, sabe que todo puede volver a ocurrir.
Todos sabemos que del mar venimos y al mar regresaremos.
Todos nuestros hermanos, padres, mentores, mentirosos.
Regresaremos al mar que nos vio nacer, crecer, vivir, sufrir y multiplicarnos detestando todo a nuestro paso.
El infierno está presente en los pies de muchas almas que lo pisan expectantes y desesperados por un consuelo aún mayor.
La criatura vuelve a gritar, tiene un hambre infinita, un hambre voraz… Se sabe de su destino cruel.
El terremoto de Agaete fue el dolor del parto más profundo, más radical.
Es así como empieza la historia…
Teodoro y Juan nacieron el día del eclipse lunar, cuando la tierra tembló, y sus destinos estaban fijados por el mismo signo, contagiados por La Criatura el año 1910, uno, en El Valle, otro, en Las Nieves, uno a las 12 de la noche, otro, a las doce del medio día…
Un abrazo.