… y la «Ecología Humana» me volvió más fuerte.
Porque me llenó de recursos de cómo observar las reacciones, los propósitos de los demás, cómo actuaban con ciertos estímulos.
Con todo, seguía leyendo en el alma, en la mente de los demás, eran transparentes y yo era completamente cruel con los que creí eran mis enemigos.
La deseas, ¿Verdad? La deseas a pesar de que no te hace caso, sé que sueñas con ella por las noches, que adoras su cuerpo, su boca…
Lo podía leer en el alma del tipo que me miró con cara de asco mientras estaba con su mujer y su cuñada.
Me volvió a mirar y le sonreí mirando para él y ella, luego para él y su mujer, sonreí con la más irónica y cruel de mis sonrisas, con cara de «saberlo todo». Hizo el amago de levantarse violentamente pero volvimos a mirarnos, esta vez lo hice muy desafiante. Algo supo ver en mí que lo hizo volver a sentarse.
Me enamoré, me dejó.
Puta, sé porqué lo hiciste, sé porqué me dejaste, no soy lo suficiente para ti, o estás mirando a aquel que te golpea, que te maltrata, eso es lo que eres, una puta.
Me miró con cara de horror mientras le decía una a una todas esas letras, la golpeé donde más le dolía, sin ponerle la mano encima.
¿Es que él sabe darte lo que quieres? ¿Sabe follarte bien, golpearte duro, maltratarte?
No esperó de mí esa reacción, no esperaba que me portase así con ella.
Me había hecho daño.
Me hizo daño.
Se alejó llorando. Me satisfizo su reacción.
Yo era redomadamente cruel si creía, pensaba, veía que me hacían daño.
Veía mientras continuaba la cerveza cómo la pareja de amigos seguían abrazándose, besándose, pero no había amor por parte de él, sí había mucho cariño, ternura, respeto pero ella lo amaba.
Se lo va a decir… Dios, lo va a perder.
Aprendí a controlarme, a no atentar contra la intimidad de las personas que me rodeaban, creí por un tiempo que quizás todas estas sensaciones me podían ayudar a las personas.
Me di cuenta de que no era el camino adecuado ser cruel.
Tuve sueños en los que me perseguía un enorme diablo rojo, baboso, con mirada de odio. Me quería llevar consigo, quería entrar en mi alma, hurgar en mis profundas heridas, terminar de transformarme en una sombra oscura, que lo devora todo.
Soñaba también que era Cristo crucificado, que yo estaba en una iglesia y en el altar no estaba Jesús, estaba yo, Heliodoro, crucificado, mirando impenitente como el cura oficiaba la misa.
Alternaba los sueños de Dios, de Satán, me debatía entre mis propias miserias, o renacía o moría, todo era cuestión de elección.
Sí, fui maltratado por mis padres alcohólicos, sí, fui maltratado por una familia que no me entendía, sí, pero ¿Quería seguir maltratándome a mí mismo?
Quise renunciar a todo, a saber de los demás.
Las terapias hacían efecto, eran como semillas que se plantaban en el fondo de mi alma e iban creciendo poco a poco hasta que sus raices me iban haciendo el efecto deseado.
Dios, no me dejan en paz, no quieren que progrese, ¿Porqué tantos impedimentos? ¿Porqué tanta basura amontonada en mi alrededor? Creen que estoy loco, que no puedo ser independiente.
Vivir en el ojo del huracán no era fácil, ser el centro de críticas de propios y extraños no era buena empresa.
Hice radio, di conciertos, me manifesté públicamente siempre que quería.
Pero había dejado secuelas de mis males, no me aceptarían fácilmente.
Míralo, ahora va de salvapatrias, ahora va de chaval estupendo y gentil, queriendo cambiar el mundo, pero me ha hecho mucho daño, nos ha hecho mucho daño a mi familia y a mí.
¿Cómo es posible que este tio se atreva a meterse en política? ¿A quién más va a querer joder?
Los escuchaba mientras me miraban.
¿Cómo podía cambiar lo que había hecho?
Empecé a encontrar la respuesta muy en el fondo.
Es que tiene unos ojos, ¿Me atrevo a decirle algo? La canción que cantó como invitado es preciosa, un hombre que sienta eso tiene que ser alguien especial.
La sentía dubitativa, quería acercarse.
No se lo digas, no seas loca, lo vas a perder, él no es un hombre de una sola mujer.
Supe que enmendar los males muchas veces no se podía, que uno tenía que ser consecuente con el pasado, pero que sí había un presente, un futuro por construir.
En Agaete cambié de actitud, comencé a mirar la vida desde el prisma de la lucha por la vida, de la reconstrucción de uno mismo.
Ahí va el estúpido, ahora escribe en un foro sobre Agaete, ¿Se cree más listo que nadie?
Los seguí escuchando pero esta vez me había liberado de la venganza, de los insoportables resentimientos.
Ya no deseaba hacerles daño, simplemente los aceptaba tal cual eran, si atentar contra sus almas.
Fui aprendiendo la lección más importante, la que tenía que ver conmigo.
Te amo.
Le acaba de decir que lo ama.
Los observé atentamente, él cambió la cara.
No me dice nada, no me mira a los ojos.
¿Me oyes? Te amo, te amo.
Continúa en silencio, se ha vuelto más distante.
¿Qué le digo? No la amo, no la deseo, es mi mejor amiga.
Los escuchaba a cada uno en sus interiores, en sus almas, ella se había confundido, él manejaba su lenguaje corporal, la acariciaba. Ella no sabía qué eran falsas caricias sin malas intenciones.
Es muy fácil confundirse cuando un amigo pasa la puerta del físico, te dice cosas hermosas y no repara en la fuerza de las palabras.
¿Porqué no me habla? ¿Porqué se ha apartado de mí? Sus caricias me demostraban otra cosa… No puede ser que no fuesen sinceras, no puede ser… No me creo que fuesen sólo caricias amigables.
Tuve un acto de empatía tan grande con ella que me hubiese gustado abrazarla muy fuerte.
Rompió el silencio con pocas palabras.
«Yo.. yo… no pensé… lo siento».
Su corazón se ha roto.
No… no…
Ella lloraba de pena.
Él se fue sin decir más.
Noto cómo me tocan en la espalda.
– ¿Sabes que me gustó mucho tu canción?
– Gracias. Dije mientras sonreía abierta y sinceramente.
Qué sonrisa, este hombre tiene algo diferente especial, es como si pudiese leer dentro de mi alma.
Hace años aprendí la gran lección, lo que me ayudó a vivir mejor.
Aprendí a decir: «Helio, me perdono»
Un abrazo.