… dura casi un segundo.
Creí estar ciego cuando a la vez que parpadeaba en el momento de abrir los ojos la luz se apagaba una y otra vez, una y otra vez.
Cuando abría los ojos en ese incesante ir y venir de la luz al yo parpadear creí estar ciego siempre porque era oscuro en ese instante.
Una vez me dijeron:
– Aprende a parpadear un segundo antes o uno después de lo que estás acostumbrado.
Lo aprendí y me di cuenta de que al parpadear antes o después, derribando las creencias del «Cómo» parpadear cuando abría los ojos en el segundo del parpadeo había luz.
Luego supe dominar el parpadeo más allá de querer que hubiese luz u oscuridad.
Cuando quería oscuridad, parpadeaba al ritmo de la luz apagado-encendido, cuando quería luz parpadeaba al ritmo de la luz encendido-apagada.
Así fue cuando de alguna forma, cambié de paradigmas.