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… día de la manifestación.
Todo empezó desde por la mañana con una obra de teatro preciosa donde la actriz protagonista, con su pelo rojo fuego y unos ojos preciosos nos hacía un alarde de interpretación sublime, tener movilidad reducida no implica no hacer teatro, en contraste un actor hacía unas danzas al son de una música evocadora de la libertad.
La música siguió siendo la protagonista al sonar una canción compuesta por uno de los miembros del foro, música sencilla, directa, un himno a las alas, a la independencia, a la autonomía, precioso, sublime…
Comida, encuentros entre gente esperanzada en cambiar un entorno claramente hostil, y a una de las mujeres con las que hablé le dije que todos los seres humanos tenemos el derecho y el deber de luchar, de reivindicar lo que creemos justo, de hecho, es una necesidad hacerlo. Me comentó que incluso a veces se sentía culpable de ser tan «batalladora».
Claramente le dije que no, que de culpable nada, que a seguir así, creo que agradeció unas palabras de ánimo y derrumbar una de sus falsas creencias.
Después de comer (Qué bien se come en Madrid) y de beber algunas cervezas en un ambiente distendido, cordial, de muchas risas nos encaminamos hacia el inicio de la manifestación.
Está claro que las barreras arquetectónicas no tan sólo son las físicas, sino las que las personas tengamos en la mente (Gente con movilidad reducida o no) y son esas barreras arquitectónicas las que nos impiden ir hacia adelante en nuestro progreso, en nuestra vida.
Si además del problema físico se le añade el problema de «es que yo no sé», «Es que yo no puedo», «Es que siempre he sido así» esas son, quizás, las primeras barreras que uno tiene que superar, luego, superar las físicas.
Tengamos cuidado con las falsas creencias – barreras arquitectónicas mentales – y creamos en la medida de lo posible en nosotros mismos sin caer en «es que yo no sé hacer eso, nunca lo he sabido hacer».
Se puede tener discapacidad en las piernas pero si no se tiene en la mente, esa es la herramienta más importante, lo que primero te puede hacer que llegues a donde quieras.
Todo transcurrió con mucha tranquilidad pero con mucha fuerza, con mucha ilusión y esperanzas renovadoras.
Comprendí algo, luchar les daba sentido a sus vidas.
Eso es importante.
Luchar nos da sentido a nuestras vidas.
Comprendí otra cosa cuando unos por sus propios medios, otros, ayudados seguían la manifestación, personas con sillas de ruedas tienen más inquietudes, más capacidad de luchar, se mueven más que muchas de las personas que conozco donde utilizan la queja como medio de expresión y la inmovilidad como medio de nada.
Ellos y ellas no, lo tienen claro, hacer frente unidos a una injusticia, la hostilidad de la ciudad, la insensibilidad de todas las personas que vivimos en ella para con aquellos y aquellas que aún teniendo los mismos derechos se les ve mermados sólo por tener sillas de ruedas, repito, no son ellos y ellas los que tienen que adaptarse a la ciudad, es la ciudad la que debe remodelarse y adaptarse a las personas y sus circunstancias.
Esa es una gran enseñanza.
Se portaban pancartas, se coreaban canciones, la Asociación Feminista (Que no recuerdo el nombre, si me leen, en un comentario háganmelo saber) repartía agua a todos, panfletos y ponía música en un camión coreando consignas.
Genial.
Sobre todo, pese a la denuncia que hacen y lo dramático de muchas de sus situaciones había muy buen humor.
Seguimos hasta Atocha (¿Les he dicho ya que Madrid es increiblemente genial?) y terminó la manifestación con una declaración de intenciones.
Esa noche (O la anterior, no lo recuerdo) fuimos a un concierto al Libertad 8, tocaban Sergio Alzola y Diego Ojeda, para que Gisela entrase en el local fue necesario que cuatro personas cargasen con la silla, bajasen los primeros escalones de la entrada, subir los que daban a la parte del escenario.
Perdimos la noción del tiempo, para no gastar más dinero quisimos ir a un metro para llegar a nuestro sitio.
Entramos al metro por el ascensor, para ir a la siguiente línea nos explicaron (Después de unas cuantas contradicciones) que teníamos que ir a la Gran Vía para llegar a un ascensor del metro y coger la siguiente línea que iba en dirección opuesta, lo hicimos, no era por ahí, (A cualquiera de nosotros nos costaría un minuto subir por unas escaleras para desplazarnos hacia el otro sentido de las líneas del metro, a una persona en silla de ruedas le cuesta casi 20 minutos sólo desplazarse para encontrar ascensores y rezar porque no esté roto)
Llegamos a la otra parte de la línea, no era allí, subimos, bajamos, preguntamos, nos decían por dónde ir y yo pensaba: «¿No se da cuenta de que hay escaleras?»
Finalmente nos rendimos, otro Eurotaxi, más dinero.
El Foro de Vida Independiente denuncia estas cuestiones, nos llama la atención acerca de esta problemática que he querido plasmar en breves líneas.
Pero quiero dejar clara una conclusión.
Empatía.
Egoísmo solidario.
Empatía con las personas que tienen una dificultad.
Egoísmo solidario, cualquiera de nosotros puede tener esa dificultad en un futuro, o nuestros hijos, amigos, padres…
Si los ayudamos nos ayudamos en todos los sentidos.
¿Cómo podemos ayudarlos?
Vivan lo que yo viví.
Acompañen a una persona con movilidad reducida durante unos días e intenten hacer la misma vida normal.
Verán.
Políticos, no pretendan «Salvar» ni solventar una situación desde la cúspide de la pirámide, ¿Quieren saber cómo se sufre y padece esta dificultad?
Pónganse en sillas de ruedas, no un par de horas, no, una semana, oblíguense a ir por la ciudad de ese forma, a sus trabajos, a sus reuniones.
Sólo así comprenderán y se adaptarán al nivel de aquellas personas, repito, personas con mismos derechos que cualquier otra, y comprenderán cómo se padece.
Sólo sentándose en su silla, viviendo su silla, sintiendo su silla, compartirán, comprenderán, empatizarán con sus problemas.
Felicidades al Foro de Vida Independiente, tienen todo mi apoyo, respeto y cariño.
Mª Ángeles Sierra. Claro que me acuerdo de ti, lloré de la risa cuando te vi la peluca y fiel a lo que tú decías, te gusta escribir y exponer ideas. Felicidades. Un abrazo.
Joaquín, claro que me acuerdo de ti, ¡Qué bien me caíste! Me reí muchísimo con tus ocurrencias, no me olvido de que tenemos pendiente tocar la guitarra y que me enseñes flamenco. Felicidades, un fuerte abrazo.
A seguir así.
Les deseo lo mejor de todo corazón, gracias por darme una gran lección de humildad, sencillez y capacidad de lucha y movilización.
Un abrazo.